El día amaneció algo más cubierto que los anteriores. Después de desayunar y recoger la casa para que Martin lo viera todo en orden, cargamos el equipaje en el coche y empezamos a pensar la mejor ruta para llegar a Chamonix.
Decidimos ir por autopista, por lo tanto la ruta a seguir era subir a Berna, bajar hasta Montreux, continuar hacia Martigny y de allí hasta Chamonix.
Nos pusimos manos a la obra. Tuvimos que hacer una parada a repostar en una gasolinera cerca de Martigny. Recargamos lo justo para llegar a Ginebra ya que teníamos la cláusula que nos permitía dejar el coche con el depósito pelao.
Una vez dejamos Martigny empezó la carretera de montaña. No es mala carretera siempre que se tenga un coche más o menos decente. Me sorprendió la cantidad de moteros que iban y venían. El caso es que tras llegar a la cima de Forclaz (Col de la Forclaz) la carretera picó hacia abajo hasta llegar a Francia. Pasamos la aduana sin problema ni detenernos y entramos en carreteras francesas, mucho menos cuidadas que las suizas.
Llegamos por fin a Chamonix. Aparcamos cerca de la entrada al teleférico y fuimos a sacar los billetes. Había dos tipos de entrada, la que sube hasta Aiguille du midi, y la que además de subir hasta Aiguille, lleva en otro teleférico hasta Helbronner para ver la parte italiana de los Alpes. Nosotros cogimos sólo la que sube hasta Aiguille du midi, y nos costó 45,60 € por persona.
En cuestión de 20 minutos entramos en un primer teleférico que sube hasta la mitad del camino. Las vistas impresionan, dejando el pueblo al pie de la montaña. En la parte intermedia hay cambio de teleférico. Este impresiona todavía más por la inclinación que tiene.
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Vistas de Chamonix desde el teleférico |
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Vistas desde el teleférico hacia Aiguille du Midi |
Y así, casi sin dar tiempo para pensar, se llega hasta Aiguille du midi, a 3777m. La parte de la cima tiene 2 alturas. La primera con una serie de terrazas y luego otra, a la que se sube en ascensor que cuesta 3€ por persona, y que está a 3842m.
Sacamos todo tipo de fotos y videos de las vistas desde todas las terrazas, y comimos al aire lo que habíamos traido de Suiza, embutido, queso y pan.
Estuvimos otro ratito más y decidimos bajar a Chamonix. Si tengo que comparar el Mont Blanc con el Jungfrau diré que es más barato y se accede mucho mejor, por lo menos mucho más rápido, al Mont Blanc que al Jungfrau, pero que una vez arriba, el Mont Blanc no tiene tanto que ver como el Jungfrau, en el que puedes salir a la nieve sin problemas.
Desde Chamonix cogimos la autopista que lleva a Ginebra y tras atravesar dos peajes (3,9€ y 1,8€) en menos de 1 hora llegamos a nuestro destino.
Localizamos el hotel sin demasiados problemas. Estaba un poco retirado de lo que es el centro de Ginebra, pero estaba muy bien comunicado por tranvía, y como en Lausana, al hacer el check-in te dan la tarjeta de transporte con la que moverte gratis por el centro en todos los transportes públicos.
Después de dejar las maletas fuimos a dejar el coche al aeropuerto ya que ya no lo íbamos a usar. Del aeropuerto fuimos a la estación de Bel Air, el centro según nos había comentado el amable recepcionista que nos había atendido. Cogimos el bus número 10 y en algo más de 20 minutos llegamos sin problemas.
Tuvimos suerte porque ese sábado había un espectáculo de fuegos artificiales por la noche. Según nos comentaron era una versión reducida de lo que habría el sábado siguiente.
Después de andar un ratillo nos sentamos en una terraza-bar a tomar unas "frites" (patatas fritas), unos nachos, y algo de beber. La terraza tenía una buena localización, y podíamos ver el enorme chorro de agua que sale del Lago y que es uno de los emblemas de Ginebra. Al poco rato empezó a llover... y a llover bien!!! Por lo que pudimos comprobar durante nuestra estancia en Ginebra, es frecuente que el tiempo cambie y que pase de un sol radiante a un cielo cubierto y lluvia en cuestión de media hora. Afortunadamente teníamos una sombrilla...
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Chorro de agua a presión de la ciudad de Ginebra |
Cuando escampó decidimos continuar el paseo a la orilla del Lago Léman. Había muchos puestos de comida de todo tipo, kebap, comida italiana, tailandesa, alemana,... atracciones. Se notaba que estabamos en fiestas y que era sábado por la cantidad de gente que había.
Hicimos tiempo hasta las 22:30. Hora a la que empezaron los fuegos artificiales. Fueron bonitos, sobre todo por el entorno del lago, todo iluminado con los puestos, los barcos, los carteles de los edificios,...
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Paseo iluminado |
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Paseo iluminado |
Al acabar los fuegos nos dirigimos hacia el hotel a duras penas por la cantidad de gente que había en el paseo. Cuando llegamos nos duchamos y a descansar.
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