El dia amaneció despejado. Recogimos todo y lo empaquetamos lo mejor que pudimos en las maletas, que iban a permanecer en el hotel hasta que volviéramos por la tarde a recogerlas, justo para ir al aeropuerto.
Nada más salir del hotel después de hacer el check-out empezó a llover... y los chubasqueros en la maleta (claro que el dia anterior tampoco los habíamos usado y si los teníamos más a mano). Llegamos a la Gare Cornavin, la estación central de Ginebra y compramos un bollo a la espera de que escampara un poco.
Bajamos dando un paseo hacia el Lago y de allí subimos hacia la catedral nuevamente. Esta vez sin embargo, la dejamos atrás y nos dirigimos hacia el muro de los reformadores, momento que aprovechamos para sacar alguna foto al Gran Teatro de Ginebra.
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Gran Teatro de Ginebra |
Entramos en el parque en el que se encuentra el muro y nos detuvimos a observarlo detenidamente, admirando el trabajo.
Cuando lo hubimos leido todo y sacado montones de fotos seguimos andando hacia una de las calles importantes (al menos por el número de tiendas), la Rue de Rive por la que dimos un tranquilo paseo.
Como después de ver algunas tiendas con chocolates en el escaparate se nos había abierto el apetito nos dirigimos nuevamente hacia las casetas de la feria a comer algo. Esta vez los platos se repartieron entre kebap y nuevamente cominda tailandesa.
Por la tarde, como seguía amenazando lluvia nos encaminamos hacia el museo de la Cruz Roja. De camino paramos a hacer una visita al jardín botánico. Pasamos por la plaza de las Naciones, y proseguimos hasta una campana japonesa muy bonita. Seguimos caminando, vimos una estatua de Gandhi, y llegamos al museo, sólo para descubrir que estaba cerrado hasta el 2013 por reformas.
Sin abatirnos bajamos otra vez a la plaza de las Naciones y cogimos el tranvía. Nos bajamos en la estación central y proseguimos caminando aprovechando que se estaba quedando buena tarde dando un paseo por la orilla izquierda del lago, dejando atrás las atracciones.
Se quedó muy buena tarde y al final del paseo pudimos disfrutar de unas vistas encantadoras de Ginebra.
Regresamos al hotel, recogimos las maletas y nos dirigimos al aeropuerto en el autobús 23. Cuando llegamos, y tras pasar el control de seguridad fuimos a las tiendas del aeropuerto a deshacernos de todas las monedas que nos quedaban y que luego no podríamos cambiar por euros.
Compramos más chocolate y algo que habíamos estado viendo todos los días pero que no habíamos comprado por el vuelo de vuelta... navajas suizas!!! Las venden!!! Y si el vuelo es directo no tienes ningún problema, las subes contigo... tantos controles de seguridad para nada!!! Compramos 2 grandes y 2 más pequeñas, vamos, un pequeño arsenal... menos mal que somos inofensivos.
El vuelo despegó con bastante puntualidad, y aterrizamos en Barajas más puntualmente todavía. Se había acabado otra aventura más, un país menos por visitar!!!